Continuación
En 1895 el capital ascendía a 350.000 pesos y se hallaba invertido en buena parte en terrenos, maquinarias, paños, hilos y tintas. Se contaban ya 300 operarios, incluyendo varios técnicos europeos. Luego de varios cambios de propiedad, en el año 1897 fue adquirida por Federico Wolf y Cía. Con Wolf ingresan a la propiedad de la empresa algunos hombres que fueron claves en su desarrollo posterior, especialmente Carlos Werner Richter, quien con los años se transformará en el único dueño y el gran impulsor de su desarrollo. Como curiosidad, señalemos que él hizo instalar, en 1914, el reloj mecánico que preside la torre de acceso. También se recuerda al administrador Roberto Schmutzer, quien dirigió la empresa, en los aspectos técnico-administrativos, desde 1919 hasta 1948. Un edificio de la planta, actualmente en demolición, lleva su nombre.
En 1910, la fábrica ocupaba una extensión de tres cuadras cuadradas. Tenía secciones de lavanderías de Lana, Tintorería, Cardería, Hilandería, Telares y además un taller de mecánica y otro de carpintería. La empresa continuó ampliándose, en personal, maquinaria y edificios. Posteriormente, Federico Wolf se retira de la sociedad, quedando su socio Carlos Werner como único dueño, a partir de 1914. En los años veinte, los principales productos de la empresa eran los casimires, ponchos y frazadas; también géneros para trajes y pañuelos de rebozo. Bellavista proveía, además, de paños -“de pura lana”, según su publicidad- para bomberos y militares y aún de telas para hábitos de religiosos. Se producía también lana para tejer, con las marcas “Paloma”, Jazmín”, “Magnolia” y “Mimosa”66. Tal era el éxito, que la empresa no mostraba interés por exportar, en razón de la dificultad de cumplir con los copiosos pedidos nacionales.
En 1923, Carlos Werner decide transformar la empresa, hasta entonces su propiedad personal, en una sociedad anónima. Surge, así, la Sociedad Fábrica Nacional de Paños de Bellavista-Tomé; sucesora de Carlos Werner.
De esta forma se le conocerá en adelante, hasta su fusión con Paños Oveja Tomé, en los años ochenta del siglo pasado. Para 1926, tiene unos cuatrocientos obreros y produce diariamente varios miles de metros de género.